domingo, 17 de noviembre de 2013

El hombre que no entendía nada

Francesco Baracca, as de la aviación italiana
en la Primera Guerra Mundial,
su familia le cedió el símbolo del "cavallino rampante"
a Enzo Ferrari


"Ciao, Felipe"

 "...Los amores y las banderas se llevan dentro o no se llevan, y lo de Mugello refuerza la necesidad que tiene Ferrari de hacer el indio en público para evitar que se note demasiado que sobre el asfalto, sus coches llevan demasiados años mordiendo el polvo...."

Tremendo, tremendo, ¿Pero que representa Ferrari para sus seguidores? He estado leyendo en el blog de un famoso periodista digital, las intervenciones de un forero que apuntaba una realidad que los aficionados de última hora son incapaces de entender, igual que el Barsa es más que un club, Ferrari es más, mucho más que un equipo de Fórmula 1.

Así es amigos lectores, el equipo de Maranello es entre otras cosas, un elemento de referencia de la identidad italiana. El citado forero (no voy a decir que se me ocurrió a mí), subrayaba la importancia de  los tifosi, con motivo de la entrevista que dos de ellos habían tenido con Stefano Domenicalli.
Hacen falta muchos,  muchos años de afición para poder intentar comprender lo que representa en realidad la Scudería Ferrari para sus apasionados seguidores transalpinos. Para ellos el equipo es parte de su vida y todavía más importante, de su identidad. Les da absolutamente igual la nacionalidad del piloto, puede ser italiano o español, japonés o argentino. Lo único que quieren es que sus amados coches rojos ganen.
Son italianos normales de toda clase y condición, pero con un elemento común, Ferrari es algo suyo.

Intentar comprender o describir esta relación profundamente apasionada desde fuera es un campo sembrado de minas. Es además incurrir en el riesgo de profanar un templo sagrado para muchos millones de personas. Los Ferraristas, aman a Ferrari, porque es suyo. Los que se compran gorras o camisetas rojas de la Scudería, cuando su piloto favorito corre para ella, no entienden nada. Absolutamente nada. Ellos cambiarán de colores en cuanto el objeto de su afición cambie de horizontes, los tifosi nunca.

Y eso es algo que forma parte de las obligaciones del Presidente de la Scudería Luca Di Montezemolo. Recordemos que el Commendatore Enzo Ferrari lo nombró en el puesto que ocupa hoy Domenicalli en los años 70. Don Luca es, en grandísima parte, responsable del fichaje de Niki Lauda por el equipo italiano. Una decisión que dificilmente puede calificarse de errónea. Pero sobre todo, y esto es lo que demasiados comentaristas recién llegados de nuestro país no entienden ni entenderán nunca, es "El Guardián del Templo".
El tiene la obligación de mantener la "unión sagrada" entre los tifosi (italianos de nacionalidad u origen) y SU EQUIPO. No puede permitir que nada los separe, y no son pocos los que atribuyen a este aspecto que, nosotros como no italianos no conseguiremos comprender nunca, la italianización de la Scudería tras la salida de Schumacher y Todt.

Cuando se consigue entender esto, se comprende el dolor que causó entre los seguidores de los monoplazas rojos, que Fernando Alonso amagara con flirtear con Red Bull en Hungría, los tifosi habrían comprendido que les dijeran que el monoplaza actual es un desastre y tiene que mejorar mucho para luchar por el mundial, pero mostrar intenciones de irse, eso, no lo pueden perdonar. Para ellos es una traición. Algo que ni el Sr.Orroe ni la mayor parte de opinadores e informadores de este país, ni comprenden, ni comprenderán jamás.

La libertad de expresión, ampara que se pueda atacar al Sr. Di Montezemolo a destajo, pero para el presidente del equipo más legendario de la historia de la Fórmula 1, su sentido del deber le obliga a mucho más que a asegurar resultados coyunturales, él es la cara visible de una leyenda y de un símbolo para millones de personas que lo sienten como propio. Tiene la obligación de defenderlo y es lo que hizo llamando la atención al Asturiano.

Los que amamos la Fórmula 1 de verdad, tenemos mucho, mucho cuidado, en no profanar ciertos aspectos sagrados de la misma. Eso queda para aquellos que nunca han entendido, ni entenderán, nada.

Un saludo.







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